Sr. Presidente del Banco de La Pampa: la institución que Ud. Preside lejos está de ser “nuestro” banco como expresa una publicidad. Los teléfonos no responden. Intentar comunicarse con un 0800 significa perder más de media hora sin que nadie responda.
Llamar a alguna de las agencias de los barrios resulta
infructuoso porque… tampoco atiende nadie. Gestionar un turno por la página web
del banco, significa escuchar y ver un video instructivo 3 o 4 veces pero en
definitiva, cuando uno quiere gestionar el turno, lo vuelve al instructivo. No
le digo nada de los costos si uno está haciéndolo de un celular.
Ante la imposibilidad de obtener un turno “on line”, opté
por tomarme un taxi hasta “la agencia más cercana” a mi domicilio donde había
una larga cola de personas de esperaban en la agencia de la calle Gaich, donde
el viento frío castigaba impiadoso y todos eran mayores “en riesgo”.
Llegué y muy atento el guardia policial me preguntó si
tenía turno. Le dije que no, que no lo había podido gestionar a lo que me
sugirió, con el argumento de la publicidad bancaria, que “con la ayuda de algún
familiar” lo intentara. Le expresé mi derecho de hablar con personal de carne y
hueso y muy comprensivo lo transmitió a los bancarios que me sugirieron que “hiciera
la cola”.
Mientras, al frío continuaba llegando gente que sin
turno, rebotaba con el argumento de la digitalización. Entiendo que es un
recurso del presente, en una sociedad que estuviera preparada para eso. Pero
acá, como en cualquier localidad del interior provincial, no todo el mundo
dispone una computadora o de un teléfono de última generación que permita
optimizar las herramientas.
Sr. Presidente del Banco de La Pampa, no todos estamos
acostumbrados a “los sistemas” aunque tengamos nociones de computación. Pero
esta crónica tiene como objeto transmitirle que, nadie atiende los teléfonos en
el Banco de La Pampa, lo que significa que los clientes sin capacitación
tecnológica, gastan sus cargas de teléfonos celulares sin resultados positivos.
Como sugerencia constructiva, práctica pero efectiva para
la gran mayoría de los viejos clientes de una institución que en alguna época
nos enorgulleció, disponga de personal que atienda los reclamos, primero
telefónicos y luego, personal para atender a la gente que con desesperación y “sin
turno” se retira con la esperanza de encontrar a alguien que le tramite “la
entrada”, algo que deberían hacer empleados de la institución cuyos sueldos
justifican un pequeño sacrificio por los más necesitados.
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