El frigorífico Carnes Pampeana fue adquirido en los últimos días por un Grupo (denominado Olio) que además y según se desprende de las investigaciones de organismos oficiales sobre la firma Vicentín, tendría estrecha relación con sus cuentas.
De esto se desprende que
los grandes grupos empresarios tienen la capacidad de mimetizarse en los
esquemas comerciales, haciendo de “camaleón”, cambiando nombre pero no
objetivos porque Olio, tiene además relación directa con el Frigorífico Alberdi
de Entre Ríos y opera la cerealera Díaz y Forti, ligada a Vicentin, en concurso
preventivo.
Cuando un mercado
autóctono como el de la carne o los cereales son manejados por grandes empresas
ligadas a capitales foráneos, es muy difícil pretender que el mercado mantenga
un funcionamiento regular y la escalada de precios es incontenible por “la
globalización” de la que participan estas empresas fantasma que son formadoras
de precio, sin tener en cuenta las realidades económico y sociales de los
países en los que operan.
A esta altura, lejos se
está del manejo que se hacía en la mayoría de las poblaciones del interior, que
contaban con el funcionamiento de un “matadero”, donde al cabo de la faena, se
comercializaban los mejores cortes a precios razonables y los sectores más
necesitados accedían a módico precio y ocasionalmente sin costo al mondongo,
hígado, achuras, puchero y con suerte a un trozo de falda o entraña.
Los manejos de la
globalización están fuera del alcance político, porque hasta el ministro de la
producción de la provincia se mostró “sorprendido” porque desconocía la
operación, aunque reconoció que se produce “entre privados”. Trascendió que la operación
se habría concretado en 10 millones de dólares, que traducidos a un promedio
del peso de la moneda extranjera sería algo más de mil millones de pesos
argentinos. Sin dudas la carne es un buen negocio, al menos para los
empresarios.
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