Cuando hablamos de Memoria, y en este caso referida a las Islas Malvinas, es necesario rescatar hechos concretos que no se divulgaron ni tuvieron en cuenta por los irresponsables que encararon la gesta. En ese marco, resulta oportuno transcribir parte de un artículo de Ovidio Pracilio, publicado en 1985 en el Diario “La Capital” de Santa Rosa (La Pampa), en el cual recuerda su propuesta – que nadie escuchó – de una salida digna para evitar la guerra, sin renunciar al derecho de soberanía sobre las Islas Malvinas. Pracilio fue entrevistado por la televisión norteamericana al arribar a Estados Unidos el 4 de abril de 1982, para conocer la opinión de un ex funcionario político argentino, dado que había sido Gobernador del Chubut en 1947, durante la primera Presidencia del General Perón.
LO
QUE NO SE HIZO DESPUES DE OCUPAR LAS MALVINAS
por
Ovidio Pracilio
"Cuando
ocurrió el desembarco en las Malvinas que todos ignorábamos, volaba yo con mi
esposa a los EEUU. Luego de una breve estadía en Miami, continuamos viaje al
Estado de Oregón, donde vivía mi hijo, y al bajar del avión en la ciudad de
Portland, me esperaban en el aeropuerto periodistas y cámaras de televisión,
ante los cuales formulé declaraciones sobre los derechos de la soberanía
argentina sobre las islas usurpadas por Inglaterra en el siglo pasado, lo cual
fue transmitido esa misma noche por los canales del noroeste americano y
canadiense. Posteriormente mis declaraciones se publicaron en la prensa. Entre
tanto, el conflicto se planteó, como es del conocimiento público, y aunque yo
tenía noticias de que aquí los argentinos no eran bien informados de lo que
realmente ocurría, allá las radios, televisión y la prensa brindaban una
información imparcial y objetiva.
Intimada
la Argentina por el Consejo de Seguridad de la ONU para que retirara sus tropas
como paso previo a reanudar negociaciones con Inglaterra, comienzan los errores
de toda índole que señala el informe Rattenbach, con las trágicas y desastrosas
consecuencias que todos lamentamos. Y allí es donde comenzó a errar el Dr.
Costa Méndez en su asesoramiento a los militares.
Era
evidente, todos lo sabíamos en el exterior, que la no aceptación por la
Argentina del retiro de las tropas para negociar, implicaría acciones militares
de Inglaterra, y pondrían en juego las obligaciones con ella de Estados Unidos
por el trato de la OTAN.
En
ese momento comprendí, desde aquella lejanía en que me encontraba, que había
una sola forma honrosa para la Argentina, de evitar todo lo que vino después, y
sería inevitable de no optarse por eso.
Intenté
trasmitir mi opinión, a título de colaboración patriótica, a nuestras
autoridades: Galtieri, Costa Méndez, embajador de la ONU, pero no logré
comunicarme. Hasta intenté hacerlo, por medio de mi hermano, con el general
Reston, entonces todavía en funciones en Santa Rosa, pero la guerra había
comenzado, y la oportunidad de utilizar mi idea se quedó atrás. ¿Cuál era esa
idea?
Muy
simple; pero digna de un país que había sido uno de los de mayor prestigio en
el mundo en sus relaciones diplomáticas internacionales, un país que, gobernado
por Hipólito Irigoyen durante la primera guerra mundial, hizo que Alemania
imperial ordenara respetar la libre navegación de los mares por los buques
argentinos, lo que no concedió a ningún otro país neutral, incluído Estados
Unidos, que por ello le declaró la guerra.
Mi
idea era esta: acatar el pedido del Consejo de Seguridad, retirar las tropas
cumplida su misión de una reocupación simbólica, tomar la bandera que había
flameado nuevamente en nuestro archipiélago, pero no traerla a nuestro
territorio continental, sino entregarla en custodia de honor al Secretario
General, poniendo la soberanía argentina bajo la salvaguarda del máximo organismo
internacional, encomendándole en fideicomiso la administración de las islas
hasta el fin de las negociaciones que se reanudarían.
Pensamos
que, si Costa Méndez hubiera tenido él esta idea que yo no pude trasmitir…
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