El juicio por el asesinato de Lucio, un pequeño que se erigió en la indignación de una sociedad que reaccionó con violencia y que luego se recluyó a esperar el fallo, cuyo resultado a todas luces ya se sabe “perpetua”.
Y se mueve la maquinaria judicial y se realizan
preparativos y viajes y estudios y comparaciones y se invierten grandes sumas
de dinero en “estudios” de detalles y el morbo trasciende de manera enfermiza.
En ese marco, nada se dice de todos los mecanismos de “prevención”
que no funcionaron para evitar el maltrato y el triste final de esta historia
negra. Nadie advirtió en la escuela, o sea Educación; o en Salud, nadie observó
las huellas de maltrato?; y en Niñez y Adolescencia, no se encendieron las
alarmas en ningún momento?; Y la jueza que otorgó la ”tenencia” a la madre,
realizó el seguimiento necesario?; Alguien entrevistó al niño en algún momento?
Alguna psicóloga?; O tal vez sólo fue un trofeo entregado a la madre en un
tironeo “afectivo”?
El juicio representa un costo burocrático aunque el
resultado del fallo ya es prácticamente público. A esta altura, y con el triste
resultado, ¿no sería más productivo una mirada hacia los organismos estatales
que no funcionaron, para dinamizarlos y que asuman el rol para el que fueron
creados?
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