La actitud del actual presidente de la Nación, ungido por una mayoría de votos conquistados mediante alianzas políticas que nada tiene que ver con las promesas a sus seguidores. Concretamente, muy pocos lo pueden ver. Lejos está de tomar contacto con los medios de comunicación, salvo los que él elija.
Pero en su corto mandato, ha realizado más de una decena
de viajes al exterior, sin que trascendiera las inversiones de capital
necesarias para el desarrollo. Por el contrario, el pueblo (o la Casta), carga
sobre sus espaldas las consecuencias de una brutal devaluación, la quita de
subsidios en los servicios que han quintuplicado el precio de la luz, el gas,
el transporte y sus derivados.
Resulta extraño que en sus fugaces apariciones, custodiado
por miles de efectivos de seguridad, sólo saluda a la distancia e imagina que
el pueblo lo quiere.
En ese contexto, la desesperación de la gente de a pie
que no alcanza a cubrir las necesidades mínimas para sus familias, asisten
desconcertados a deliberaciones en pos de un DNU viciado de nulidad y
legalidad que pretende la cesión total de poder al presidente, como si de un
monarca se tratara.
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